Viaje Sin Retorno

 

 

Yo  te vi, tu aun no me conocías. Estabas ahí  sentada con un tipo de pelo negro ,mas alto que yo. Lucias ese suéter gris que tiempo mas tarde yo haría mi favorito. Yo estaba prepa­rando los tragos en la barra. Te miraba de lejos, a ratos, cuando la gente no me lo impedía. Tu me viste, de improviso y no paraste de hacerlo hasta que alguien te habló. Luego ya no volviste hasta dos o tres semanas mas tarde. Fue cuando regresaste que me atreví a hablarte. Ensayé el diálogo. Te llevé un trago, como que era un regalo de la casa, un pisco sour. Tu me miraste y me  sonreíste, con tus ojos verdes, tu cara lavada , tu expresión de niña. Y  me dijiste gracias y de nuevo me sonreíste. Fue ahí , en ese  momento, cuando me enamore de ti.

 

Ahora  te  veo recostada junto a mi. Respiras y  tu  vientre  tibio  consuela mis manos. Juego con tu cabello,  recortado  casi hasta tu cuello. Pronto amanecerá y tendrás que irte, mientras yo apenas comienzo a dormir, después del trabajo en la discoteca. Te  levantas  y me besas suave, tus ojos se abren lentamente . Tomas  mis manos y las pones sobre tus pechos. Luego me instas a dormir.  En silencio te digo un poema, uno que te dije la  primera noche  que salimos juntos. Una línea que aprendí de memoria de un  libro  de poemas seleccionados que leí una vez: " Me gustas cuando callas por que estas como ausente ..." .Te sonrojaste hasta el punto  que te pusiste a llorar. Me dijiste que era precioso,  que  nunca te habían dicho algo así y me diste un beso, un beso suave, en  medio  de la calle, con un poco de lluvia y con  un poco  de   frío. Siento  la ducha y el vapor sale del baño. Cubre tu  cuerpo, delgado  y  blanco.  Me miras desde el  baño,  dejas  la  puerta  abierta para que te pueda ver mejor, te gusta que yo te mire, que inspire mis deseos para que así no sueñe con otra mujer, solo  contigo.  Luego te vas. dejas el lado tuyo de la  cama  aún  tibio, con  tu perfume, con el aroma de tu cuerpo y comienzo  a  dormir, a extrañarte, como si se tratara de un viaje sin  retor­no.  El  día pasa largo sin ti, leo, duermo, veo la  tv.  Por  la  tarde  salgo  un rato, a comprar el diario, y cosas  para  cenar.  Dejo la comida hecha y te veo antes de irme, solo llegas con  tus  libros  bajo  el brazo, con tu delantal blanco y tu  sonrisa  de mujer cansada. Entonces me voy a la discoteque, a trabajar y ya no te veo mas.

 

Por  el  camino te extraño nuevamente, pienso  en  volver  a  verte cuando regrese; dormida. Pienso en revolverte el pelo, en besar  tus pechos, en tocar tu vientre tibio, en decirte al  oído  un  verso de poemas seleccionados. Pienso en ti y pienso  en  mi,  mientras  la micro se mueve y el frío se cuela por la puerta  de  atrás.  Siento  que somos como dos extraños, apenas  si  hablamos de esto, sobre tu vida y la mía, tu trabajo en la universidad por el día,  el mío detrás de un bar por la noche. Apenas si nos  vemos, yo  llego, tu te vas, y eso es todo, duermo con tu lado tibio  de  la  cama,  con el perfume de tu pelo, con un beso frío  antes  de  dormirme. Parecemos dos extraños que apenas si tienen tiempo para estar juntos y maldigo el día en el que llegué a esa discoteque,  en busca del empleo de barman, maldigo el dia en el que me dijeron que trabajaba todas las noches, salvo los domingos, por que solo tengo un dia para estar contigo, para hacerte el amor,  para recordar  tu  esencia. Luego te levantas de la cama  y  ya  eres  historia.  Por eso el dia que me dijiste que te ibas, que  ya  no mas,  que no podíamos seguir así, solo te mire en silencio  y  te dije adiós. Por que ya lo entendía, por que sabia que era eso  lo  que nos estaba destruyendo, la separación diaria, el compartir la  cama  solo unos minutos por la mañana y un domingo por la  tarde.  Solo por eso te dejé partir.

 

Recuerdo  que la primera noche que llegué después de que  te  marchaste, dormí en tu lado de la cama. Aún quedaba un poco de tu  aroma  entre las sabanas. Sentía soledad pero no  quería  llorar,  por  que  de una forma u otra, algún dia, como todas  las  cosas, esto se tenía que acabar y como todo en la vida luego vendría  el  olvido.  Me  sentía vacío y me preguntaba donde  estarías ahora, dejando  que  el vapor se colara desde la ducha,  con  la  puerta  abierta, buscando mi mirada entre la obscuridad  del  dormitorio, buscándote, a ti, a tu cuerpo, a tu alma. Y luego pensaba en  las tostadas  con  jamón  y mantequilla, el  café  caliente  humeando mientras desayunabas apurada sobre la cama, solo para alcanzar  a estar un rato mas conmigo. No podía culparte, ni podía culparme a mi,  ni  a mi trabajo, ni a la noche en la que apareciste  en la  discoteque para entrar directo en mi corazón, ni al hecho de  que  solo tiempo después que nos conocimos ya te amaba como  solo  se  ama  una vez en esta vida. Sin embargo me dejaste solo,  con  tus recuerdos, como fantasmas, con una cama fría y con tu suéter gris en  el closet, recordándome a ti. Luego una noche volviste  a  la  discoteque,  con el mismo tipo con el que te vi la  primera  vez. Bailaste  e hiciste cuenta de que yo no estaba ahí, detrás de  la barra,  mirándote  y amándote en silencio, mientras la  gente  me  pedía tragos, y no me dejaban verte. Fue por eso que salí de  la barra  y me acerque a ti, aprovechando que tu acompañante no estaba. Tu me miraste y me dijiste hola, luego me preguntaste como estaba y eso fue todo.  Yo solo te miré e intenté decirte  un poema  al oído, uno viejo, que aprendí de memoria de un libro  de poemas seleccionados …  pero  Ya no pude recordarlo.