Tomemos a Bill, pues, como desfacedor del
sueño americano, uno de los escasísimos aguafiestas de esta suerte de
hollywoodiense y estúpida amnesia que es común a esa América blanca, no
sólo radicada en USA, sino en buena parte de las conciencias del planeta.
En el presente libro coordinado por Víctor Brockis, colaborador habitual de
Bill, asistimos a entrevistas o encuentros con parte de las figuras más
destacadas en la escena americana y europea de los años que van de la
década de los 60 hasta los 80, alguna de las figuras preceden este tiempo y
otras vendrían después.
El epicentro Burroughs En Nueva York, tras su
exilio londinense, aúna muchas facetas: desde su interés en apoyar el punk
o el rock (contactos con Joe Strummer, D. Bowie, Patti Smith, F. Zappa,
Blondie, M. Jagger, Lou Reed ....), artes plásticas (Jean Michel Basquiat,
Keith Haring, Warhol, Brion Gysin ...), en literatura (Anne Waldman, John
Giorno, Allen Ginsberg, C. Isherwood, Tennessee Williams ...), en lo
cinematográfico citar su aparición en “Drugstore Cowboy” y la adaptación
hecha, por parte de D. Cronenberg de “El almuerzo desnudo”.
Entre los años 80 y 90 Burroughs dedica parte de su trabajo a la edición
musical en los cuales graba sus lecturas. Asombra, ya en la recta final de
sus días, esta titánica multiproducción en diversos aspectos o géneros de
la creación. Desde su búnker en el Lower East Side, de NYC, materializa
toda esta ingente actividad en unos años, los noventa, que fueron para él
carentes de gracia y deprimentes.
Para acabar y a modo de extracto, sacamos a colación alguno de los pasajes
que consideramos más brillantes o desveladores de su personalidad.
“Yo
de niño quería ser escritor porque los escritores eran ricos y famosos.
Andaban por Singapur y por Rangún fumando opio con trajes de seda china
amarilla. Esnifaban cocaína en Mayfair y se adentraban en pantanos
prohibidos con un fiel criado nativo y vivían en el barrio árabe de Tánger,
donde fumaban hachís y acariciaban lánguidamente una gacela domesticada.”
“No hay ningún invento que haya obligado a los escritores a moverse,
algo que se corresponda con la fotografía, que obligó a moverse a los
pintores. Hace cien años andaban pintando vacas en la hierba (pintura
representativa) y parecían justamente vacas en la hierba. Pero, claro, una
fotografía podía hacerlo mejor. Yo creo que un invento que seguro que
eliminaría un tipo de escritura sería una grabadora que pudiese grabar
lenguaje subvocal. Si pudiese grabar lo que piensa alguien, no tendría
ninguna necesidad de interpretar.”
En “Sobre los hombres”:
“No
sé exactamente qué es enamorarse para mí. La idea del amor romántico surgió
en la Edad Media. Piensa una cosa, los árabes no tienen siquiera una
palabra para amor... es decir, una palabra para amor diferenciado de
atracción física o sexualidad. Y esta separación de amor y sexo es un
concepto occidental, un concepto cristiano. En cuanto a qué significa
enamorarse, no estoy seguro. Amor... bueno significa simplemente atracción
física y que te agrade una persona al mismo tiempo.”
En “Sobre drogas”:
Brockris: ¿No parece
evidente que la droga más vendible de todas tendría que ser la que fuese
sexualmente más eficaz? Imaginaos que pudieseis hacer publicidad y decir
que esta droga mejora las relaciones sexuales. Ésta es la droga que se
venderá más, ¿no?
Burroughs: No, no lo creo en absoluto... porque la droga que siempre
se vende más en cualquier mercado, y que acabará sustituyendo a cualquier
droga que posibilite más la relación sexual, es la droga que hace
innecesaria la relación sexual, es decir, la heroína. En un mercado libre
la heroína retiraría del mercado a la marihuana, que es una droga bastante
buena para las relaciones sexuales... quieren verse libres de eso. Su vida
sexual es horriblemente insatisfactoria. Tienen una esposa hacia la que
sentían atraídos hace cuarenta años, es terrible, ¿para qué quieren
estimular su vida sexual? Su vida sexual es horrorosa. Así que la heroína
les permite librarse de ese impulso, y eso es lo que quieren en realidad.
Bockris: ¿Tú crees que
llegarán a producirse en el futuro drogas que hagan casi cualquier cosa?
Burroughs: Van ya desde
hace tiempo camino de eso. Van a conseguir muy pronto la síntesis de la
endorfina. Es un opiáceo creado por el cuerpo, treinta veces más fuerte que
la morfina, que han extraído ya de los cerebros de animales, camellos sobre
todo, que tienen un umbral de dolor muy alto. Y han descubierto que elimina
el dolor agudo y alivia los síntomas del síndrome de abstinencia de los
opiáceos, pero es aún terriblemente caro: tres mil dólares la dosis. Se
encuentra más o menos en la misma situación en que estaba la cortisona
cuando empezó a llegar al mercado. Muy caro. Pero es una cuestión de
síntesis y de investigación adicional, aunque van a tardar cinco años en
sacar la endorfina al mercado, porque esa puñetera FDA está paralizando
todo tipo de investigación. Podría resolver perfectamente el problema de la
adicción, porque al ser una sustancia orgánica natural es de suponer que no
sea adictiva.
En “Sobre política”:
Allen Ginsberg: En todos los sitios a los que voy a dar lecturas
de poesía encuentro gente joven que captó la vibración de Burroughs, bien
desde la perspectiva de la psique heavy-metal, o de la comedia del estado
policial, o de los síntomas de síndrome de abstinencia psicológica terminal
de la civilización, o de la situación desesperada de la era espacial. Pero
sobre todo de su visión práctica, astuta, estoica, saludablemente cínica,
de gobiernos, burocracias, burócratas, política, egoísmo y...” operación
casualidad”.
Creo que desempeñó un papel importante en la catalización o expresión del
cambio de conciencia que se produjo en los Estados Unidos en las últimas
dos décadas, que desembocó en decepción por parte del público, en general
con un gobierno que se engaña a sí mismo. Éste fue el primer tema que yo
tomé de él. Allá en los años cuarenta: su desprecio por los símbolos del
autoritarismo y su sentido del humor, que le permitía ver a través de los
uniformes de los militares y de la policía el cuerpo cadavérico, canceroso
y peludo que había dentro. Y eso conduce luego a su cinismo sobre las
formas exteriores y los símbolos del propio ego.
Burroughs: Si me estás
preguntando qué puede hacer en este momento el individuo, en un sentido
político, tendría que decirte que no pude hacer gran cosa. En lo que a mí
respecta, me preocupa más la transformación del individuo, que es para mí
mucho más importante que la llamada revolución política.
|